Del libro al labio.

“Soñé que volvía a los caminos, pero esta vez ya no tenía quince años sino más de cuarenta”…Roberto Bolaño.

Esta tarde vuelvo a los caminos, por eso busco versos que me acompañen. Empiezo la campaña de animación a la lectura que sigue organizando, año tras año todo el esfuerzo, la DPZ y para mi nombres concretos: Concha Nasarre y Anabel Adiego.

Iré a 16 pueblos con un taller para adultos. “Del libro al labio”. Empieza como una sesión de cuentos habitual para público adulto. Narraré, sobre todo, historias tradicionales.

Y después:

“Ancha la mar, angosto el camino. Cuenten el suyo que yo ya conté el mío. “

Se abre una parte que he llamado: Ecos de la memoria.

¿Te suena alguna de las historias que he contado, algún personaje te recuerda a alguien que conoces?, ¿te han contado una historia así en otro momento?, ¿dónde?…

Cuando voy a contar a los lugares y no llevo prisa, la gente del público, al acabar o mientras esperamos, me cuentan adivinanzas, anécdotas, costumbres. Recuerdo una sesión en la biblioteca de Sobradiel donde formamos un círculo de charrada antes de empezar la sesión. Las mujeres me contaron, reímos juntas. Luego yo sólo hice un pequeño movimiento para ponerme sola ante ellas y empezar a contar.Los niños que llegan con tiempo, cogen un libro mientras arreglo el lugar para que esté a mi gusto y me cuentan qué leen y por qué. Las personas mayores que cuando acabo la sesión me dicen: “Ven, ven, que esta adivinanza no te la sabes”. En Ballobar, una mujer tomó la palabra cuando mis cuentos y los de Magda habían acabado y nos contó ella. “Ella también sabe muchos”, dijo una amiga suya. Nos hizo reír a todas, la sesión convertida en diálogo.

No me he inventado este taller del vacío. Quiero darle un espacio a lo que ya vivo cuando voy a los lugares pequeños y miro y escucho.Recoger esas historias, frases, anécdotas, canciones y pasarlas al lenguaje escrito elaborándolas (si es necesario) para darles una estructura narrativa clara. Luego enviarlo de vuelta a la biblioteca como archivo sonoro y escrito. Memoria local. Cada biblioteca decide qué hacer con ese material: si pasarlo a papel e integrarlo en la colección o hacerlo accesible en la red. En cualquier caso, el fondo se enriquece con la participación de la comunidad.

Llevo dos años dándole vueltas a esta aventura y tendré que darle mil vueltas más seguro y la gente, ahora en los pueblos, con su modo de hacer, me enseñará la forma que deberá tomar este taller que espero, propicie encuentros, como siempre han hecho y harán las buenas historias.